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martes, 9 de abril de 2019

El tamaño importa



La mayor escuela de fútbol del mundo se encuentra en la provincia de Cantón. Unos edificios sacados de la película de Harry Potter, en plena China subtropical, con más de sesenta campos de fútbol y un colegio internado para más de mil niños que llegan de toda China para buscar la realización de su sueño de llegar a triunfar en el fútbol.
el director nos enseña orgulloso la acreditación del récord Guinness que certifica la proeza de la empresa Evergrande, una de las mayores constructoras del mundo, que junto con el principal equipo profesional de China, ha creado esta escuela, construída en 11 meses y que por efecto de las lluvias y de la permanente nubosidad del clima, ya tiene el aire de un viejo colegio inglés.

Veinticinco entrenadores de fútbol profesional españoles trabajan con sus colegas chinos para dar vida a este proyecto en el que los niños inician su difícil prueba de combinar estudios y deporte para alimentar las futuras glorias del fútbol chino. Una voluntad expresada por sus dirigentes nacionales, ha puesto al deporte y muy especialmente al fútbol, como la próxima frontera que han de atravesar los chinos en búsqueda de su proyección mundial. Convencidos de que en el deporte, como en otras materias, la fórmula de inversión, conocimiento y una población numerosa dará el resultado apetecido con resultados vencedores, los chinos se han lanzado a este nuevo sueño, imitando a las estrellas de hoy, con la confianza de que en el futuro algunos de ellos ocuparán su lugar en la estima mundial.
Posiblemente no imaginan,que el deporte, es un juego, al fin y al cabo, y como todo juego, un juego de azar, donde las probabilidades escapan a cualquier planificación por muy precisa que ésta sea, y que el triunfo, la gloria, además de esfuerzo y preparación requiere esa suerte, generalmente tan esquiva, que en su caprichosa naturaleza se reparte por igual entre ricos y menesterosos.

La escuela, ese inmenso remedo de la vida encerrada en un recinto ricamente vallado, se complementa con otra finca enorme, que tiene dos hoteles de cinco estrellas, restaurantes a la manera china, de una magnificencia y opulencia insultantes, y numerosas villas donde pueden recibir visitantes de todo el mundo para admirar la magnitud del esfuerzo emprendido.

Ese libro Guinness de los récords, que con sus tapas negras, como su cerveza nos hacía soñar de pequeños con unas dimensiones que en nuestra modesta infancia no éramos capaces de adivinar, ha pasado hoy a mejor vida con la irrupción de la modernidad asiática. si pensábamos que todo estaba ya terminado, y que podíamos concebir la magnitud de nuestro mundo con una mirada a ese poderoso libro, hoy vemos que los límites se agrandan y que no queda un lugar en este anchuroso país que no sea capaz de obtener al menos un par de menciones en la lista de los récords. Sin ir más lejos, en Cantón tenemos también el mayor museo de ciencia del mundo, con su correspondiente placa, y a buen seguro, con el paso de los días iremos descubriendo nuevas grandezas que nos espanten y conmuevan.

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