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domingo, 6 de febrero de 2011

Augures

Prever, anticipar, controlar el incierto devenir de los acontecimientos es una profesión extendida en nuestros días. Lo que antes hacían los augures, o hechiceros, hoy lo encargamos a economistas, ingenieros, diplomáticos, profesores y asesores de todo tipo, para que nos ayuden a desentrañar los riesgos y a cuidarnos de ellos.

El Consejo de Seguridad de Estados Unidos, con el apoyo de los principales "think tanks" sobre relaciones exteriores, pasó más de dos años haciendo simulaciones sobre los posibles escenarios de cambio en Oriente Medio, y en ninguno de ellos incluyó la posibilidad de una revuelta popular en Egipto. No había guión, la horrible expresión hoja de ruta, faltó en el vocabulario de los analistas de los primeros días. Todo se desarrolló a una velocidad y con unos actores imprevistos. En definitiva, no había guión para esta obra.

Ni siquiera el poderoso jefe de los servicios secretos egipcios, el hoy vicepresidente Suleiman fue capaz de identificar este malestar que llevó a Egipto a contagiarse de los sucesos de Túnez. Años de investigaciones, millones gastados en servicios de inteligencia, brillantes analistas y torvos espías erraron el tiro, fueron incapaces de adelantarse a los acontecimientos, y al igual que los economistas, analizan las catástrofes a posteriori.

Quién sabe si no estamos hechos para vagar al azar, para dejar que las cosas ocurran, que el tiempo macere los acontecimientos con su sabiduría y su paciencia. Que nosotros seamos esas hojas que no saben de dónde va a soplar el viento, y son por ello ligeras y flexibles.

Adaptarse a los tiempos, vivir en ellos y renunciar a la visión cerrada del universo. Esta gran biblioteca está llena de volúmenes sin leer, sin abrir, los más sin escribir. Entre tanto sigamos jugando a la ficción de que somos capaces de dominar nuestro curso de vida, que somos previsores y que a cada circunstancia tendremos una respuesta preparada. Pensemos que podemos seguir el camino trazado sin desvíos. No es cierto, pero ciertamente reconforta.

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