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lunes, 9 de agosto de 2021

Postales del sur de China. La máquina de escribir

 

Los edificios de oficinas de Zhujiang New Town en Cantón se llenan por las mañanas de jóvenes que hacen cola ante los ascensores con un vaso de café de Starbucks en una mano y un teléfono en la otra del que no levantan la mirada hasta que llegan a la planta donde se encuentra su oficina. La habilidad que demuestran al manejar con una sola mano el aparato y la rapidez con la que teclean una y otra vez mensajes de texto o búsquedas en internet me sorprenden cada mañana mientras trato de dirigir mi mirada la infinito para evitar una indeseada intromisión en su intimidad.

El chino es el único de los principales idiomas cuya escritura no es alfabética ni silábica, sino que se compone de un gran número de caracteres que en el lenguaje culto y tradicional se dice que llegan a más de 100.000 caracteres distintos, si bien para un manejo eficiente de la escritura bastaría con poco más de 2.000 caracteres. En cualquier caso, estas cifras van mucho más allá de las 28 letras que componen el alfabeto latino y que con el sistema de escritura "qwerty" constituyen el método tradicional de escritura a máquina o más recientemente el sistema mediante el cual se teclea en los ordenadores o dispositivos móviles en casi todo el mundo.

¿Cómo consiguen los chinos hoy introducir en el mínimo teclado de un móvil toda esa riqueza de trazos y composiciones que conforman la escritura china?. ¿cómo es posible que China esté desarrollando una poderosa tecnología digital con la dificultad añadida de un sistema de escritura tan complejo y artesanal? 

Tom Mullaney, profesor de historia de China de la Universidad de Stanford da una respuesta inteligente en su libro sobre la historia de las máquinas de escribir en China. Si a finales del siglo XIX las máquinas de escribir eran ya moneda corriente en el mundo occidental, en China los esfuerzos por contener en un aparato de reducidas dimensiones todas las posibilidades de la escritura chocaban una y otra vez con la inmensidad de un lenguaje basado en la tradición de los caracteres complejos o "hanzi".

La naturalidad con la que aprendemos un idioma desde niños y con la que nos acostumbramos a otorgar a una combinación de letras arbitrarias un significado en nuestro intelecto, nos hace perder de vista la dificultad que entraña meter en el pequeño espacio de un teclado los infinitos significados de un lenguaje. Por ello para los chinos, aferrados a una lengua milenaria, donde la caligrafía no es solo muestra de buena educación sino una de las bellas artes, el reto de mantener su tradición y de adaptarla a la modernidad ha llevado a infructuosos intentos a lo largo de los años.

Siempre he pensado que una de las posibles causas del atraso de China respecto al Occidente en el siglo XIX pudiera deberse al atraso en encontrar una tecnología que permitiera escribir de modo rápido y mecánico, sin dar lugar a ambigüedades largos textos con una máquina.

Si los chinos se adelantaron a occidente en la impresión de caracteres en papel y fueron la cultura dominante durante muchos siglos, por qué no achacar parte de su rezago en el último siglo a la dificultad para hacer viable un sistema de escritura a máquina?.

Entre los intentos más llamativos de acortar este retraso constan las primeras máquinas chinas con un inmenso teclado que incluía los principales caracteres utilizados en la lengua china, para poder escribir a máquina textos. El inconveniente es que estas máquinas podían tener teclados de hasta cuatro metros de largo, y requerían un enorme espacio para llevar a cabo la escritura.

Más modernamente, a finales de los años cuarenta del 1900 y casi con un siglo de retraso respecto al mundo occidental, IBM desarrolló junto con el inventor chino Kao Chung Chin una máquina de escribir capaz de reproducir una cantidad suficiente de caracteres chinos a través de un teclado simplificado numérico de cuatro filas con un total de 36 números que combinados en grupos de cuatro podían reproducir los 5.400 caracteres almacenados en el tambor de la máquina de escribir. Esta idea brillante para comprimir el lenguaje en una pesada máquina de escribir chocó con la ingratitud de la política, pues tras su exitosa presentación en Shanghai en 1947 y cuando IBM se disponía a explotar este nuevo mercado, se produjo el triunfo de la revolución comunista, que cerró las puertas al comercio con occidente y llevó a cabo un cambio radical en la escritura china, dando lugar la chino simplificado, que se el que se utiliza hoy en día, dejando obsoleta la máquina de Kao Chung Chin.

La fórmula que finalmente triunfó en China es una basada en una máquina sin teclado en la que se presenta una bandeja con hasta 2.500 caracteres que el tipógrafo va eligiendo con una palanca que saca el caracter, lo moja en tinta, lo imprime y lo devuelve a su lugar. Este tedioso sistema llegó sin embargo a permitir a los más avezados mecanógrafos a escribir hasta 30 caracteres por minuto. Esto seguramente no es comparable a la velocidad de las mecanógrafas occidentales, pero constituía ya un avance, que en los tiempos de Mao facilitó la labor de propaganda del Partido Comunista de China. 

Para facilitar esta escritura, las máquinas se fueron adaptando al universo semántico de quien escribía, poniendo juntos, en lugares más accesibles los caracteres correspondientes al campo semántico sobre el que se quisiera escribir. Así el caracter Mao, poco utilizado en los años 30, pasó a ocupar un lugar central en la bandeja de las máquinas de escribir chinas después de la Revolución, y allí sigue hasta nuestros días.

Con dificultades, con lentitud y con un ejército de pacientes chinos que memorizaban los caracteres y su posición en las bandejas, los chinos fueron incorporando con retraso la escritura mecánica en sus vidas, avanzando de manera intuitiva en algo que hoy nos asalta cada día en nuestro mundo digital; la escritura o las informaciones predictivas. Para poder escribir más rápido, los chinos fueron desarrollando un método predictivo de escritura, antes de la existencia de los ordenadores, por el que se ponían cerca las palabras o raíces que tuvieran relación con el texto principal. Esa anticipación debida a la necesidad de escribir más rápido puede estar en el origen de la actual escritura predictiva que nos asalta en cada mensaje de whatssap o en cada línea de texto que tecleamos sin revisar.

Estos fueron los primeros pasos para acercar la escritura china a la modernidad, pero seguramente esto no era suficiente para atrapar a occidente. En una china rural y escasamente alfabetizada las máquinas de escribir se circunscribían a los medios oficiales y a algunas actividades económicas esenciales, mientras el país seguía cultivando la caligrafía y se extendía un chino simplificado que permitiera un acceso más sencillo a la escritura y a la lectura.

El siguiente paso lo constituirá el lenguaje de la era digital, pero eso será objeto de otro texto, ya pasada la revolución cultural y sus perniciosos efectos.

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