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jueves, 10 de enero de 2019

Crónicas. Lost in translation

Robot-conserje de hotel

Lost in Translation.
La Película de Sofía Coppola retrata con agudeza muchas de las perplejidades que nos asaltan cuando  nos desplazamos a un país tan lejano para nosotros como puede ser Japón o en este caso China. Y uno de los rasgos más llamativos de esta situación es el de la traducción. Siempre tenemos la impresión de que nuestra intérprete nos está ocultando algo en el tránsito de una lengua a otra. Escuchamos interminables parrafadas en una lengua ajena a nosotros, y recibimos una escueta traducción que nos deja con la duda de si habremos cometido alguna inconveniencia o si simplemente nuestro vocabulario es más pobre que el exuberante lenguaje de los mandarines.
Otra de las imágenes que me quedan de la película, es la de Bill Murray en un ascensor abarrotado de japoneses, pongamos chinos, y la mirada extraña con la que nos observamos. En mi caso, por falta de altura, no puedo como hace Bill observar a ms compañeros de viaje desde arriba, sino a la altura de los ojos, lo que provoca sonrisas y algún malentendido. Esta mañana´al subir en ascensor a la oficina del consulado, he saludado efusivamente a dos jóvenes locales, pensando que dan dos de las empleadas del nuestra oficina. Me han devuelto el saludo simpáticamente, y cuando he bajado en la quinta planta, he visto que seguían hacia arriba sorprendidas por mi amabilidad.

A pesar de lo que señalé ayer sobre las primeras impresiones, o como dice Kahneman en ¨pensar depreisa...¨´ , soy consciente de lo difícil que es llegar a conocer un país, una cultura, un continente.
Es necesario observar, dejar atrás estereotipos, ideas preconcebidas que se transmiten de boca en boca y solidifican como verdades incontestables por el mero paso del tiempo y de la repetición. Hay que tratar de conocer las corrientes subterráneas, los ríos profundos que dan a cada comunidad, a cada país su ser a lo largo del tiempo, a pesar de los cambios y de las apariencias. Me sistema todos en las diferencias entre ellos y nosotros, pero quiénes son ellos, y quiénes nosotros. Yo veo familias que pasean con sus hijos, con las mismas caras de preocupación ante una posible caída en el parque, o de felicidad cuando logran hacer una pirueta, más o menos como nosotros. Veo en la distancia del idioma, familias que vienen de lejos a contemplar las luces de la ciudad, y que posan orgullosos ante los monumentos hasta hace poco inimaginables en sus aldeas o ciudades. Más o menos como nosotros. Veo el tráfico, y veo sobre todo a mucha gente mirando sus teléfonos móviles. Más o menos como nosotros. Por ver, he visto hoy en el ascensor del hotel, junto a mí a u robot, que va repartiendo documentos o paquetes en las distintas habitaciones, suplantando al clásico botones que traía una carta perfumada o una botella de vino a la habitación de las actrices en los días de vino y rosas.

Y...  Decíamos ayer.
A pesar de la amabilidad de los cantoneses y de la baja tasa de crímenes en la ciudad, ayer tres empresarios españoles que compran productos en fábricas chinas, tras una disputa con su proveedor fueron amenazados y perseguidos por los trabajadores de la fábrica y hubieron de refugiarse en una comisaría de policía. Llamaron al consulado, cuando ya terminaba esta crónica, y tuvimos que hacer varias gestiones telefónicas a lo largo de la noche para garantizar la protección de nuestros connacionalesparapetados en una comisaría en un barrio periférico de Cantón. A medida que avanzaba la noche y la situación no mejoraba, pedía que el oficial de guardia del consulado fuera con el chófer local a tratar de sacar a los españoles de la comisría. Con gran eficiencia y presencia de ánimo, mis colaboradores llegaron al lugar y montaron a los españoles en el coche oficial con la bandera española como salvoconducto, y pudieron sacarles del embrollo a las dos de la mañana. Los llevaron a un hotel del centro de la ciudad, y hoy con calma han ido arreglando sus asuntos.

Para quienes no lo conozcan esta es una de las labores consulares que hacen que los españoles debamos estar satisfechos por haber nacido en un país que funciona y que protege.















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