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miércoles, 9 de enero de 2019

Crónicas de Cantón




Siempre hay una primera vez. La primera vez que fumamos furtivamente un cigarrillo, la primera bicicleta que tuvimos, el primer viaje en avión, el primer beso, la primera jornada de colegio o de trabajo. Una primera vez que se recuerda y que se adorna con el paso del tiempo y la niebla de los recuerdos. Y hay una sensación viva de primera vez cuando cambiamos de destino, de vida. Cuando nos acercamos a un nuevo lugar donde se desarrollará nuestra vida, donde deberemos construir nuevos propósitos y rutinas.
Recuerdo con nitidez la primera vez que salimos a un nuevo destino, a Costa Rica, hace ya treinta años. Recuerdo la escala en Puerto Rico, la llegada a San José, la congoja de la lluvia y la humedad, de los días cortos y las noches largas del trópico. Recuerdo la llegada a Córdoba, la aproximación del avión sobre campos de cereales en un invierno frío y soleado.  Y la llegada gozosa a La Habana, o a Roma. Siempre con la idea de lo que dejas atrás, de lo que nos espera, de lo que vendrá después de esa primera vez y de cómo cambiaremos tras esta primera vez´de quiénes seremos cuando hayan pasado los días y las experiencias nos cambien.

Recuerdo esta primera vez reciente, en la que llegué a China. Había a estado brevemente en países de Asia, pero era la primera vez en la China, en el ¨país del centro¨. La primera vez y con un tiempo por delante par construir una nueva vida, con esas pequeñas costumbres diarias que nos hacen más llevadera l existencia y ordenan nuestros días. Llegaba por fin a Canntón un cuatro de enero en vísperas de los Reyes Magos, esa cita que sin niños pequeños alrededor va perdiendo significado.

La llegada fue nocturna, y en la configuración de los nuevos aviones, la ventana es esquiva a dejarnos ver las luces de la ciudad previamente al aterrizaje. Así la primera impresión fue ya una ve aterrizado, el deambular por las salas del aeropuerto de Shenzhen.

Shenzen, ciudad de la que apenas había oído hablar, en la provincia de Canton y cercana a Hong Kong, tiene más de doce millones de habitantes, y ha ganado notoriedad por ser la sede de Huawei, la empresa que compite con Apple y está en el corazón de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta fue mi primera vez, un aeropuerto ordenado y eficiente, semivacío en las últimas horas de la tarde, y distante a poco más de una hora de Cantón. Cómodo viaje con el personal del consulado, que facilitaron el primer choque cultural a través del idioma, o mejor dicho el segundo, pues en el viaje, al ir a ponerme el antifaz proporcionado por la compañía Hainan, noté un inusual dolor de cabeza, que comenzaba en los ojos y dificultaba cualquier postura cómoda para dormir. Efectivamente, la talla de los antifaces chinos es notablemente menor que la de los occidentales, por lo que con cierto complejo de cabezon, tuve que recurrir a mi viejo antifaz de Iberia, que me permitió superar esta primera prueba del choque de culturas.

Las primeras impresiones son duraderas, y a pesar de que nuestro análisis racional nos dice que no hay que dejase llevar por los impulsos y que es mejor esperar, tomar nota, reflexionar y sacar conclusiones, debo decir que cada vez coincido más con la teoría de Malcolm Gladwell, en "blink"según la cual la mayor arte de nuestras decisiones más trascendentales las tomamos por un impulso inicial, en un abrir y cerrar de ojos. Es la forma que tenemos de tomar decisiones sin estar obligados a gastar enormes cantidades de energía a través de complejos procesos cerebrales de toma de decisiones.
Y bien, está primera impresión es favorable, positiva, tal vez debido a las bajas expectativas, a prejuicios arraigados en viejos estereotipos, o al deslumbrante cambio que experimenta esta región del mundo que lleva cuatro décadas duplicando su PIB cada diez años.

Llego a Cantón,  la ciudad del río de la Perla, la puerta de China al mundo durante siglos, y el puerto de China en el índico. Poco queda de esa historia, poco de la tradición a través de los edificios . Estamos en el corazón de la ciudad nueva, y nueva quiere decir de menos de 15 años, y en estos 15 años, han florecido rascacielos, centro públicos, oficinas y un urbanismo moderno, limpio, organizado, algo distinto a lo que me esperaba, una ciudad caóica gritona, sucia. Esta es la ciudad nueva, habrá que ver el resto, pero la dimensión de este centro urbano es ya espectacular...
Primera vez, primeras impresiones...

En este entorno agradable, de coches silenciosos, de paseos arbolados y de canteros floridos, debo abandonar el blog por una llamada telefónica. La emergencia consular. Un grupo de españoles se encuentran refugiados en una comisaría de la periferia, amenazados por un grupo de trabajadores insatisfechos que les amenazan. Vuelta a la realidad... Continuará









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