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jueves, 2 de diciembre de 2010

Sutil debilidad

Un soldado de 21 años destinado como analista de inteligencia del ejército norteamericano en Irak, en unión de un australiano friki de la informática e inquietante sátiro en las cálidas noches de Estocolmo, han puesto contra las cuerdas al Departamento de Estado Norteamericano, y han sembrado dudas sobre la probidad y decencia del quehacer diplomático, considerado desde fuera como el espejo de la elegancia y epítome de la caballerosidad.

No deja de sorprender que de las tres filtraciones realizadas por esta extraña pareja, una sobre las atrodicades de la guerra de Irak, otra sobre los errores de Afganistán y un tercero con más de 260.000 documentos sobre los telegramas enviados por las embajadas norteamericanas al Departamento de Estado, sea éste último el que está causando más revuelo y más conmoción, a pesar de que documentan actividades bastante usuales y mucho menos violentas que los anteriores.

Hay quienes como Javier Solana, aprovechan la ocasión para despacharse contra las formas tradicionales de diplomacia, de la que él ha sido sumo sacerdote. Efectivamente, sacados a la luz los informes y detalles de la información diplomática, no puede causar sino sonrojo, el ver cómo decimos una cosa y hacemos la contraria; cómo presumimos de una política que luego despeñamos sin contemplaciones; cómo revelamos esas confidencias hechas con voz queda y bajo la cláusula de "no se lo digas a nadie. Esto es sólo para tus oídos".

Si en ocasiones anteriores wikileaks puso en entredicho las formas de hacer la guerra o de establecer la paz usadas por el ejército norteamericano, hoy se pone en cuastión una de las profesiones más antiguas del mundo. De las labores del diplomático recogidas en la Convención de Viena de 1961, la de Representar y la de informar están siendo sometidas a una ácida crítica y deberán ser sometidas a revisión, porque cómo representar a tu país ante una presidenta de cuya salud mental has llegado a dudar en tus telegramas?, o cómo aceptar una invitación de un presidente a quien tachas de casquivano por organizar fiestas salvajes?, o qué decir a un presidente a quien llamas romántico izquierdista cuando vayas a presentarle a alguna de uts empresas?

Sabiamente, la carrera diplomática exige cambios constantes de destino, y aplica la sabia máxima de "Todo mi antecesor fue un incapaz, y mi sucesor un ambicioso sin escrúpulos." Esto mitigará lago el papelón de la representación cuando cambien los representantes. Pero, ¿cómo seguirás recabando esa información reservada, cómo harás esas gestiones enojosas que quedan en la intimidad de la conversación privada cuando todo es transparente, cuando nada queda resguardado del ojo inquisitivo?.

Dos personas de apariencia frágil, obligan a reestablecer los códigos de la diplomacia en el siglo XXI. Más que ningún tratado ni ninguna conferencia internacional, las filtraciones, el despecho de un joven abandonado, el afán de notoriedad y el potente altavoz de la red harán cambiar algunas pautas antes de vernos expuestos como en una sesión sonrojante del Gran Hermano televisivo.



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