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jueves, 16 de diciembre de 2010

Galería de santos laicos 11 Paul Auster

Deslumbró con sus primeras novelas cortas recogidas en la "trilogía de Nueva York". El azar, el desconcierto del hombre solo, en la ciudad en compañía y siempre desconcertado en esos paseos por la cuadrícula de la Gran Ciudad, sin rumbo y con poca esperanza.

Paul Auster es seguramente el escritor más europeo de los Estados Unidos, a la manera en que Woody Allen es nuestro cienasta más norteamericano. Auster es recibido con júbilo en Francia y en España, recibe galardones, vende libros e incluso habla y traduce el francés, lo que no deja de ser sorprendente para un escritor de Brooklyn. Su obra se ha ido consolidando con un lenguaje expresivo, preciso, bello en su austeridad y siempre puesto al servicio de una historia, de los acontecimientos de los hombres de nuestro tiempo, perdidos en los recovecos del azar y de la incertiumbre.
Historias de suplantación de personalidad. Un hombre que sale de un bar al pie de una montaña y desde el coche ve cómo una avalancha sepulta el bar donde debería seguir. Aprovecha la ocasión y en lugar de regresar a casa, decide que puede irse a vivir a Nueva york, y al ser dado por muerto comenzar una nueva vida. Sin propósito, sin un plan preconcebido. Simplemente cortando la existencia en dos, vivir dos vidas en una.

Este Auster escritor de éxito y de culto, si se puede unir ambos conceptos, comparte con muchos de sus amigos intelectuales de la Costa Este, ese credo liberal a la americana, que desde el año 2000 se define más por la oposición a George W. Bush que por sus ideas y propuestas. Desde su casa de tres plantas en Brooklyn, libra una intensa batalla con sus conciudadanos que votaron en algún momento republicano y sigue añorando al enemigo perfecto aun cuando ahora, su candidato es el Presidente que como todos los gobernantes termina deepcionando a tirios y troyanos.

Auster cambia su tono y su sano excepticismo cuando pasa de la literatura a la política. Sus conceptos se enturbian y su perspicacia se pierde. Aboga por conceptos dudosamente democráticos, como cuando aboga por la "independencia" de la Nueva York que no votó por Bush en 2004 frente a los resultados de las votaciones en la nación. O pone en duda el sistema de representación estatal en el senado en base a una igualdad de los Estados de la Unión. Le molesta que la populosa California, demócrata tenga la misma representación que la republicana Wisconsin. En fin, aquí no hay azar, ni incertidumbre. Hay buenos y malos, blanco y negro. No me extrañaría que Paul sea también un abanderado del multilateralismo, de las Naciones Unidas, de su Asamblea General en la que Saint Lucia vota lo mismo que los Estados Unidos.

Auster se despide su entrevistador, recordando que su hija viaja a Madrid para asistir a una fiesta, su mujer sigue siendo la exitosa escritora esposa de un escritor de éxito, y él se queda en casa con ese magnífico catarro, similar a la "eterna jaqueca de los Alba", que sufría el padre Aguirre.


La alusión a las circunstancias políticas me hace preguntarle por un artículo que escribió cuando George W. Bush fue reelegido. En él, Auster argumentaba que Nueva York no lo había votado, y reclamaba el derecho a declararla ciudad-estado independiente. ¿Cómo ve el presente?




"Estamos viviendo una época muy oscura. Ha habido una radicalización del republicanismo, desplazado hacia la extrema derecha sin disimulo. En ello hay maniobras que no tienen nada de democrático. El Senado no obedece a una distribución que refleje la realidad demográfica. No puede ser que un estado como Wisconsin, con medio millón de habitantes, tenga el mismo número de senadores que California, que tiene 35 millones. Y California es liberal. Votó por Obama. No obstante, quiero creer que estamos atravesando un bache. Mi impresión es que el Tea Party, un invento de una clase media acomodada, no durará. Creo que Obama volverá a ser reelegido.

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