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domingo, 26 de enero de 2020

Año nuevo de nuevo



Cantón. 26 de enero de 2020


Será por causa de la globalización, o por estar inmersos en la sociedad del ocio, cada año las fiestas se deslocalizan un poco más y una cierta monotonía hace más homogéneas las tradiciones en cualquier parte del mundo.
No hay ciudad Europea que no celebre el año nuevo chino. Después de las Navidades, y dejando pasar un breve periodo de desintoxicación, atraídos por las pujantes comunidades chinas o por los nuevos turistas chinos afanosos de gastar su dinero en Europa, los símbolos del año nuevo chino van apareciendo en forma de sobres rojos, danzas de dragones, animales del zodiaco chino que Marcarán la fortuna de los meses por venir. Todo ello junto con las noticias desmesuradas de las celebraciones en la propia china. Miles de millones de desplazamientos, fortunas regaladas dentro de esos simpáticos sobres rojos, cantidades consumidas de ese sospechoso licor blanco que se bebe al ritmo de brindis bajo el lema “Gan bei “ o vaso vacío.

Tradiciones milenarias, que tal vez por tener todos un origen común se van acercando año a año con unas pautas similares en cualquier latitud. El incongruente árbol de navidad con el que celebramos nuestra fiesta, se transforma en el sur de china en hermosos naranjos repletos de frutos. La celebración de la víspera del año nuevo se celebra como en nuestro entorno, con una gran cena familiar, donde debe haber abundancia de comida y de licores. El días del año nuevo, como nuestra Navidad, es uno de los días más inertes del año. Nadie sale a la calle. Comercios y restaurantes cerrados, digestiones pesadas y en el caso de China, no hay ni siquiera un “chino” abierto donde tomar un aperitivo.

Estamos en el año de la rata, o del ratón, ese animal astuto y poco querido, que cuando el primer emperador, (jade) llamó a su lado a todos los animales, no fue invitado, pero con su astucia, consiguió ocupar el lugar del gato (no existe el año del gato a pesar de la canción), y además engañando al buey, se subió a sus lomo para ir más deprisa y cuando estaban llegando ante el emperador, dio un salto adelante y se plantó el primero ante su augusta majestad.

Para bien o para mal yo nací en el año del ratón, o de la rata.
Pero este año un misterioso virus originado en un mercado del centro de China donde vendían todo tipo de animales comestibles, desde burros a escolopendras o serpientes, ha trastocado los planes de viaje de millones de chinos. En medio de todo este éxodo anual se han puesto en marcha medidas de prevención e higiene, que ha hecho que para millones de chinos éste sea seguramente su peor inicio de año. Los controles sanitarios se multiplican, a la entrada de los restaurantes o edificios públicos hay que tomarse la temperatura, el uso de mascarilla es obligatorio en los espacios públicos y el mal tiempo ha caído sobre el sur de China como una maldición bíblica.

Nos parecemos cada vez más. La frustración ante una noticia negativa e inesperada, difusión de bulos a través de internet, los esfuerzos de las autoridades por no quedarse atrás en una carrera en la que no querían participar, la mala impresión que da a los chinos siempre supersticiosos comenzar un año que debiera ser promisorio con el pie cambiado.

Feliz año de la rata, dentro de lo posible.




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