Translate

Seguidores

jueves, 22 de diciembre de 2011

Traspaso

Como soldados en tierra de nadie, comienzan a vagar por los laberintos de la Administración los responsables que deben entregar sus carteras a los nuevos responsables. El sistema político español exige que pase un lapso de no menos de un mes entre la celebración de las elecciones generales y el cambio efectivo de gobierno. Ese periodo asemeja a una calma chicha que precede a los vientos que se transformarán en tormenta, pero durante ese tiempo pareciera que las cosas no cambian, que las costumbres siguen, los teléfonos suenan y la rutina se perpetúa aunque ya bajo una luz crepuscular.

El siguiente paso se da con los nombramientos de los ministros. Ahora sí ya comienzan los movimientos. Los nuevos titulares se abrazan entre sí en una cadena de tomas de posesión en las que se esbozan algunas ideas iniciales y la cordialidad se mezcla con el alivio de quienes parten sabiendo que su ciclo ha terminado.
En ese momento se instala una nebulosa fría durante unos días, en la que los antiguos pobladores de los aledaños del poder se quedan huérfanos. Ya no se trata de la ineluctabilidad del cambio, ni de la preparación de la rendición de cuentas, sino de la soledad de los pasillos entre un ajetreo que trae nuevas caras, nuevos aires. Ahora nadie sabe muy bien dónde colocarse para no estorbar, para no ser barrido hacia la fría calle de invierno. Las miradas se hacen más oblicuas, las sonrisas son forzadas, la jovialidad fingida y las horas se suceden entre la angustia por lo perdido y la esperanza de retener alguna mínima parcela de poder.
Todo cambia ahora sí, y todo se acelera. El poder, esa metáfora de la vida en sociedad, va pasando a otras manos y en apenas unas horas, a lo máximo unos días, habrá tomado otra fisonomía distinta. Los salientes se refugian en los primeros momentos de la tempestad en algunas cámaras seguras, en algunos despachos adonde ya no llegan las atenciones ni los cafés, dudando sobre su futuro, rescatando su buen hacer, su generosidad en el ejercicio de sus responsabilidades anteriores, pero ya nada de eso sirve. Las cosas cambian, los tiempos son otros y aun contando con la generosidad de quien viene, todos saben que nada será igual, que el discurso, la palabra tiene otros significados y que los nuevos aires, fugaces como todo en la vida, vienen para instalarse, para escribir nuevos guiones, para otros actores con prisa por entrar en escena. Solo los más dúctiles, los sinuosos, aquellos que llevaron en su alma la semilla de la traición tratarán de que todo siga igual al menos para ellos, pero con los tiempos cambian las cosas y cambiamos nosotros y nada será igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario