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martes, 18 de enero de 2011

Movimientos, cambios, mudanza

Las certezas desaparecen con la rapidez con las que las establecimos hace años, o décadas. Nada es sólido, nada duradero en tiempos de cambio y de incertidumbre. Túnez acaba de deshacerse en pocos días de uno de los presidentes aparentemente más sólidos del Magreb. Allí donde el tiempo parecía no correr, unos días de furia y ruido han acabado con la huida de Ben Alí y su familia. Nada dura por siempre, ni siquiera por el tiempo que abarca nuestra memoria. Y sólo cuando ocurren las cosas, cuando el aleteo de una mariposa en algún lugar del mundo desencadena una revolución en el extremo opuesto, somos conscientes de la fragilidad, de la futilidad de los regímenes. Ahora, los análisis, las reseñas entienden, explican, razonan las causas de algo que por evidente nadie quiso ver.

Y al contrario, al igual que se van, los dictadores vuelven. Vuelve Baby Doc a Haití veinticinco años después de ser expulsado por la marea de Aristide. Lo que prometía una etapa de esperanza, de crecimiento, de fraternidad en esa tierra deforestada, superpoblada, condenada desde los tiempos del general Dessalines, aquel esclavo en uniforme de mariscal napoleónico. Vuelve pues Baby Doc, con la cara paralizada por el horror, con los ojos inexpresivos y las manos prestas para recoger el magro botín de un país depauperado y arrasado, sin esperanza, que ve en el antiguo dictador un atajo para salir de la miseria.

Cambia todo, cambian los líderes, o vuelven, que es peor, pero cambian también los métodos. En la otra punta de la política, jóvenes anglosajones, cosmopolitas, rubios y desenvueltos, que desde Australia a Canadá, de Sudáfrica al Reino Unido se mueven como pez en el agua entre las redes sociales, los medios de comunicación, las wikiredes que les permiten convertirse en adalides de una nueva sociedad de la transparencia, de la publicidad, frente a la reserva y el pudor de otras formas de actuar en la vida pública. Allí tenemos a Assange y a sus seguidores, a sus anonymous cada vez más influyentes y poderosos, que pueden bloquear la información hasta cerrar un banco, una empresa, una eléctrica, etc.

Así transitamos día a día, cambiando, modificando lo que parece evidente, con la excepción que confirma la regla, esa vetusta dictadura cubana habitada por viejos saurios que se comen no solo a sus hijos, sino ya a sus nietos, pero como en Túnez, como en tantos otros sitios, tal vez lo evidente es lo que no vemos, lo que sucederá tarde o temprano para que también en este caso, todo cambie.

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