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sábado, 23 de febrero de 2019

Memorial a Sun Yat Sen





Cada pueblo tiene sus héroes a los que recuerda y conmemora. En los pueblos democráticos, cuanto más alejados en el tiempo, mejor, pues la pátina de los años ayuda a difuminar las aristas y a embellecer los rasgos, que la tiranÍa de la inmediatez nos los haría inaceptables.
Cantón, entre sus miles de años de historia, se decantó por el doctor Sun Yat Sen, presidente de la China posto imperial y líder de la revolución que derrocó a la dinastía Manchú de los Qing, y dio lugar a lo que sería la China moderna, que hoy nos sorprende y nos pone en guardia.

En una mañana de lluvia fría sobre la ciudad, nos acercamos al mausoleo del gran hombre, erigido tras su muerte en 1925, y que en este breve lapso de tiempo ya ha sido bombardeado, destruido y reconstruido, para admiración de los locales y de los turistas. Sobre una de las principales vías de la
ciudadad que va del río de la Perla al sur hasta las montañas Bayiun al norte, el mausoleo se encuentra en el medio de un cuidado jardín, con árboles históricos y en la vecindad de la sede del PCC, como recuerdo diario del poder que se constituyó y del que sigue vigente.

Sun, llamémosle así, aunque en su vía adoptó más de cinco nombres distintos, nació en la provincia de Guandong, y quiso a través de la medicina, traer la modernidad y la democracia a una China que a finales del siglo XIX, ese siglo desigual y triste para el país, languidecía a la espera del último emperador que tan bien retrató Beernardo Bertolucci. El doctor Sun pasó su vida entre los hospitales y las conspiraciones, hasta que en 1912 cayó la monarquia Manchú, y lo que llegó no fue forzosamente mejor. Nuevas satrapías, luchas de los señores de la guerra, división del país entre el norte y el sur, injerencias ya no occidentales como en el siglo anterior, sino japonesa y rusa, y un entusiasmo revolucionario que apenas traspasaba los muros de las ciudades, en tanto que. Los campesinos seguían soportando  su  maldición bíblica.

Sun estableció su capital provisional en Cantón, y en el lugar que ocupa su mausoleo estuvo la sede de su gobierno. Pero todo ello fue efímero. Cantón no pudo sustraerse a su pasado comercial, dejando las sutilezas del gobierno a un norte más puro en su origen histórico y más preparado a la hora de organizar una reunificación que diera cuerpo a una cultura que se reconoce milenaria y que deseaba volver a su ser, aunque con ropajes nuevos. El resto de a historia es sabido, tras la Segunda Guerra Mundial el comunismo toma el poder y organiza n nuevo país del medio, con otros cantos y otras consignas, pero con una asombrosa continuidad histórica.

El mausoleo, con un estilo chinesco renovado, recuerda la figura de su gran hombre, de aquel que dio a la ciudad y al sur en general un lugar en las gestas nacionales, de aquel que la enlazó con la historia y el porvenir, para luego volver rápidamente a sus negocios. A lo que es Cantón, la sede de la industria y del comercio, de las calles estrechas donde se intercambia de todo, de las trece factorías que desde el siglo XVI abrieron los puertos al comercio. Y en la tarde fría nos alejamos buscando el calor del hotel, por la ciudad nueva que el doctorSun no se pudo nunc imaginar.


















































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